Es nuestra responsabilidad edificar la familia que Dios nos ha dado.
La vida moderna, con su vértigo cotidiano, su avalancha informativa, su incapacidad para entender y solucionar las más elementales necesidades del hombre, su soledad y carencia de valores trascendentes, da como resultado un modelo de sociedad en la cual nuestros niños y jóvenes no encuentran ejemplos en quienes reflejarse para así crecer y desarrollarse sanamente.
“También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres... desobedientes a los padres... a éstos evita” (2 Timoteo 3:1-5).
¿Sobre quién recae la responsabilidad de criar a los hijos?
- Los primeros responsables somos los padres.
- Es cierto que las reuniones, la proclama de la Palabra, la alabanza y las lecciones de la Escuela bíblica contribuyen en forma provechosa en la vida de nuestros hijos, sin embargo su aporte resulta insuficiente si los padres no tomamos la responsabilidad de criarlos y formarlos “en el Señor”.
- Dios nos prestó los hijos para que los criemos de manera tal que luego puedan ser adoptados en su gran familia. Sólo tenemos de 18 a 20 años para completar en ellos la etapa de formación y preparación para la edad adulta.
- Ni pastores, ni maestros de escuela bíblica, ni abuelos, ni tíos, ni maestros de colegio son responsables delante de Dios. Reconocemos que en determinadas circunstancias, y por fuerza mayor le toca a otros el criar hijos ajenos, pero el privilegio y la responsabilidad está sobre los mismos padres.
- ¡Dios no cría los hijos de nadie! Hay una excepción en la Escritura: “Padre de huérfanos y defensor de viudas es Dios en su santa morada. Dios hace habitar en familia a los desamparados” (Salmo 68:5-6).
Criar hijos: un servicio para Dios
“Herencia de Jehová son los hijos, cosa de estima el fruto del vientre” (Salmo 127:3).Criar hijos no es solamente darles techo, ropa, comida, educación, diversión, sino que los padres debemos ocuparnos de inculcarles los valores, actitudes y actos que hagan que sean formados de acuerdo al plan de Dios para sus vidas.
“Ser padre es un trabajo, una ocupación, un ministerio, un servicio, no un puesto o jerarquía humana”.
Es estar atentos sobre la vida de nuestros hijos, cuidar de darles instrucciones con toda diligencia y VELAR para que ellas sean obedecidas conforme a las indicaciones que les hayamos dado.
Debemos tomarnos el trabajo de cuidar que obedezcan y hagan lo que se les dice.
¿Cuáles son nuestros objetivos y metas en la crianza?
- Que tengan una relación personal con Dios:
Guiarlos desde pequeños a relacionarse íntima y directamente con Dios. - Deben crecer con la conciencia de que “El Señor es el Rey de nuestro hogar y el oyente presente y activo de nuestras conversaciones”. Incentivémoslos a agradar y honrar al Señor.
Enseñémosle a orar en sus palabras al Señor.
- Formación del carácter:
Desarrollar en ellos el sentido de la responsabilidad junto con una sólida base moral.
Otro aspecto fundamental es el dominio propio. Tienen que poder controlar sus sentimientos y sus gustos y aún subordinar sus intereses a otros mayores.
- Formación social:
Debemos enseñarles a desenvolverse en forma correcta y agradable con los demás.
Enseñarles desde muy pequeños a respetar y sujetarse a las autoridades.
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